EJERCICIOS KEGEL
Érase una vez un doctor llamado Arnold Kegel que inventó unos ejercicios para el músculo Pubo Coccígeo, destinados a aquellas mujeres que padecían incontinencia urinaria. Los ejercicios dieron buen resultado y tuvieron un estupendo efecto paralelo; después de practicarlos durante algunas semanas, una paciente experimentó un considerable aumento de placer en sus relaciones sexuales. El músculo Pubo Coccígeo, PC desde ahora, está situado en la parte baja de la pelvis, alrededor de la abertura de la vagina y la uretra. Al contraerse retiene la orina de forma automática (también se contrae durante los orgasmos). Los ejercicios son simples. Primero localiza el músculo. Para ello orina separando las piernas y haz parar el fluido de repente. El músculo que has utilizado es el PC. Ahora túmbate, mete un dedo en la vagina y apriétala sin contraer los muslos ni el estómago. Ese es el músculo PC otra vez. Uno de los ejercicios que propone el Dr. Kegel consiste en contraer este músculo durante tres segundos, relajarlo otros tres, contraerlo de nuevo otros tres segundos y así sucesivamente hasta diez repeticiones, tres veces al día. Si al principio no puedes mantener la, contracción durante tres segundos, no hay por que preocuparse, ya que el músculo PC se hace más fuerte cuanto más se ejercita. Otra práctica que sugiere el señor Kegel consiste en contraer y relajar, relajar y contraer, todo seguido, sin esperar tres segundos. Las repeticiones serán las mismas que en la fase anterior. Estos son ejercicios de verdad aunque no haya que ir al gimnasio, por eso no conviene hacer más repeticiones de las que se indican si no quieres terminar con agujetas. Sin embargo, cuando hayas alcanzado una resistencia firme podrás hacer quince o veinte repeticiones por sesión, o más sesiones al día. Hazlos cuando estés en el trabajo, mientras veas la Tv, en la cola del autobús, o en el atasco diario. Hacerlos durante las relaciones sexuales intensifica el placer. Hay mujeres que llegan al orgasmo practicando los ejercicios Kegel y mismo tiempo mantienen en buena forma el músculo PC. Una manera interesante de pasar el tiempo en el supermercado.
EMOCIONES
El sexo lleva consigo el peso de los mitos sociales y de las enseñanzas (buenas o malas) que hayamos recibido en nuestra infancia. Un tópico que condiciona de forma especial es aquel que sostiene que el sexo y el amor van irremediablemente unidos. Es cierto que algunas experiencias sexuales son también emocionales, pero las hay que no. El contacto sexual puede que sea emocional para un miembro de la pareja pero no para el otro. Las relaciones físicas a veces están impregnadas de sentimientos, pero esos sentimientos no siempre se traducen en amor. Donde el mito y la realidad chocan, aparece una peligrosa intersección; si una mujer experimenta un contacto sexual increíblemente excitante, puede que en ese momento crea que la pareja con la que está es el definitivo amor de su vida; después de todo y según las enseñanzas, «el sexo eufórico y pasional equivale al amor verdadero». Sin embargo, después de semanas, meses o incluso años de convivencia, se dará cuenta de que esa persona en cuestión no es compatible en otros terrenos, o que no hay amor por medio, y sin mucho tardar no disfrutará ni de las relaciones sexuales. Incluso estando con tu media naranja en potencia, es muy probable que no experimentéis las mismas emociones y al unísono en vuestras relaciones sexuales o en la vida diaria. Si crees que el encuentro ha sido magnífico pero ella no piensa lo mismo, eso no quita la razón a ninguna, ni vuestros sentimientos tienen porqué ser falsos. Es posible que tu seas más emocional y que ella se centre más en la parte sexual. Puede ser también que necesite mantener sus emociones distantes con el objetivo de ser más activa, como les ocurre a muchas víctimas del incesto. ¿Significa esto que sois incompatibles? No necesariamente. Si os queréis, o simplemente os apetece el contacto físico, entonces tendréis que aceptar que sois distintas y a pesar de eso compartís el deseo de intimar. Daros la libertad de ser emocionales, o distantes. Si es necesario, haced turnos para que una desahogue sus necesidades físicas en un momento, y otra las emocionales. No hay reglas que nos hagan sentir de una manera determinada y cualquiera que trate de forzar la situación, cometerá un error que se volverá contra ella. El ideal de hacer el amor y alcanzar niveles extraordinarios de intimidad y éxtasis paralelos, al mismo tiempo que ambas partes sienten un amor que se profundiza por momentos, es sólo eso, un ideal. Si llega a ocurrir, da gracias a tu estrella de la suerte. Pero perseguir esa mutualidad como objetivo constante es destructivo, especialmente dentro de un colectivo donde tantas mujeres han padecido abusos sexuales.
EMPUÑAR
(Penetrar la vagina con la mano o puño; también conocido como follar con la mano). Antes de nada vamos a hablar de lo que no es empuñar. Empuñar no es meter la mano ya doblada. Tampoco es nada excéntrico (algunas mujeres dan a luz bebés enormes). Como nos cuenta Suzanne; «El parto más grande que he tenido ha sido de cuatro kilos doscientos gramos, y eso es bastante más voluminoso que la mano de una mujer.» Las que no han parido nunca siguen teniendo una amplia capacidad natural. Esto es algo que no debería seguir considerándose extraño o traumático porque, la verdad, es muy placentero. Técnicas. Si tu amante ya sabe lo que es la penetración manual y quiere que se lo hagas tú también, pregúntale de qué manera lo prefiere y escucha atentamente lo que te diga. Penetrar con la mano es un arte muy delicado. Si alguna de vosotras ha bebido o se ha drogado, será mejor que no lo intentéis. Las uñas deben de estar cortas y limadas, o en su defecto utiliza unos guantes de látex, pero sin polvos de talco ya que éstos secarían la lubricación. Obviamente, anillos y pulseras sobran aquí. Usar lubricante en cantidad. Una vez que os hayáis puesto de acuerdo en cómo, cuándo y dónde, empezar insertando un dedo o dos. Cuando notes que ella se relaja y que su vagina comienza a dilatarse y lubricarse, añade un tercer y cuarto dedo. Mantén la palma de la mano en un ángulo según vas avanzando. Une al resto el dedo pulgar cruzándolo sobre la palma. Ahora, y siguiendo los contornos de su vagina, dobla suavemente la mano sobre el pulgar. Con este movimiento desliza al mismo tiempo el puño hacia dentro y ¡voilá! disfrútalo. Experimenta en diferentes direcciones. juega con movimientos suaves hacia delante y hacia atrás pero sin sacar la mano y haz presión también en las paredes vaginales. Separa y junta los dedos para que haga un efecto de masaje en las paredes internas. Con un poco de tacto y práctica, conseguirás estimular su punto G e incluso hacerla eyacular. Cuando domines la técnica y sepas lo que le gusta, podrás ejercer sin miedo algún movimiento más fuerte dentro de ella, o puede que no haga falta, que lo anterior sea suficiente. Si no estás segura de lo que a ella le gusta, pregúntale. Una vez que haya llegado al orgasmo o te haga alguna señal para que salgas, empieza a deslizar la mano hacia fuera, despacio y con la mano estirada. Si notas que se atasca, pídele que te guíe, y si te sientes succionada, ábrele un poco la vagina con la otra mano para romper el vacío. A pesar de que esta práctica exige que te centres en las reacciones de tu amante, la recompensa la tienes en ti misma. Estar envuelta en una vagina cálida y vibrante es un placer sin igual. «A Hand in the Bush» y «Fisting Two» capítulos que encontrarás en el libro Susie Sexperts Lesbian Sex World, te darán la oportunidad de «profundizar» más en el tema.
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