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LLN.

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GEMIDOS
Los gemidos de placer dan otra dimensión al sexo. Si aparte del sabor, el tacto, el olor y la vista, alimentamos el sentido auditivo, el escenario multiplicará por dos la excitación. El más pequeño de los gemidos puede provocar un cosquilleante efecto en tu cuerpo. Escuchar esos "ooohs" pone los pelos de punta, la piel de gallina y el cerebro manda humedecer la vagina de manera prodigiosa. Los sonidos provocados por el orgasmo de tu pareja harán que te sientas como si fueras la protagonista del mismo orgasmo. Los murmullos seductores también pueden convertirse en instrumentos de precalentamiento con los que jugar en cualquier ocasión. Cuando estéis de compras, acércate a su oído y susúrrale cosas como, "mmmm", "ouuuh" o lo que te inspire ella, y seguramente desenvolváis algo más que mercancía cuando lleguéis a casa. Probad también el sexo sin ruido y ver como la energía vocal se transforma en energía orgásmica. Si tienes niños o cualquier otra razón que te prive de intimidad para poder gritar todo lo que quieras, aprovecha algún día que salgas antes del trabajo, o hacerlo en un hotel donde puedas gemir hasta la saciedad. Deja que tu sexualidad se exprese en toda su amplitud. Un tópico de leyenda nos dice que las mujeres ruidosas son amantes más calientes que las mujeres calladas. En respuesta a esto, una contraleyenda defiende que los ruidos orgásmicos son sólo apariencias, mientras que el silencio da muestras de intensidad sexual. Ninguno de los dos extremos está en posesión de la verdad. Si eres ruidosa en la cama, estupendo. Si no lo eres, tampoco pasa nada. Otra cosa es que las mujeres agradecidas tengan que controlarse cuando no dispongan de un espacio íntimo, y que las amantes de mujeres silenciosas se pierdan en la inseguridad de no saber si lo que hacen satisface o no a su pareja. Pero no hay que alarmarse; estas diferencias pueden limarse con una cantidad razonable de comunicación y compromiso. Pero, ¿qué pasa si el problema es más serio? ¿Si a una mujer le incomodan los ruidos de su amante? ¿o si otra no logra conectar con su pareja porque ésta no se inmuta? Otra vez recomendamos comunicación y compromiso: con un poco de esfuerzo por las dos partes quizá se llegue a armonizar la relación sexual. Si no ocurre así, puede que la incompatibilidad de los ruidos esté encubriendo problemas mayores. No todas las parejas son compatibles sexualmente. Si el compromiso se hace imposible y tus necesidades auditivas son una prioridad para ti, intenta dar con alguien que las satisfaga; estás en tu derecho de expresarse como quieras y de estar con quien mejor te venga.
GENITALES
No todas las lesbianas se enamoran automáticamente de los genitales femeninos -de los suyos propios o de los de otras-. A la mayoría de las niñas se las ha malenseñado a avergonzarse de sus "partes privadas" y que tocarse "ahí" es sucio y pecaminoso. Después, según crecen, se van dando cuenta del error y seguramente les costará unas cuantas lágrimas superarlo. Si estás en esa situación, lo mejor que puedes hacer por ti misma es pasarte un buen rato mirándote la vulva en un espejo. Juega con los labios externos e internos, mastúrbate y observa los cambios que se producen en tus genitales. Aprecia el olor y la textura del lubricante. Respira hondo y relájate; esto no es un test, es una exploración. Disfrútalo. No esperes que inmediatamente te encante todo lo que sientas y veas. Date tiempo para superar los tabúes del pasado. Si tu pareja está dispuesta, examina su vulva y compárala con la tuya. Observa las diferencias de forma y coloración. Toca por donde quieras, libérate de prejuicios. Hablar de lo que os gusta y de lo que no. Familiarizaros con vuestros genitales os ayudará a apreciarlos y a disfrutar más del sexo. Kathy recuerda: "La primera vez que le hice el sexo oral a una mujer, estaba muerta de miedo. Ella acababa de hacérmelo, así que la pregunté (más que nada para hacer tiempo); ¿tienes todo igual que yo?' Ella me contestó con detalle diciéndome entre otras cosas que mi clítoris era bastante prominente y que el suyo estaba más escondido. Reconozco que la comunicación es algo que ayuda bastante." Una vez que hayas superado los tabúes que el sexo encierra, descubrirás cuánto te gustan los genitales femeninos y te encantará tocarlos y saborearlos. Cuando pregunté a Lydia cuál eran sus partes favoritas del cuerpo, ella contestó sin remilgos: "Me encantan los coños, el mío propio y los de otras mujeres. De ellos me gusta todo; la forma, el olor, la textura, el sabor. ¡Es mi parte preferida!".

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